He estado pensando en cómo nos domesticaron… y podrían volvernos a domesticar II
El contagio.
Hay una frase muy conocida que se atribuye al ministro nazi de propaganda, Joseph Goebbels: “Una mentira, repetida mil veces, se convierte en verdad”.
Los sociólogos saben que, aunque algo no sea verdad, si se repite constantemente, termina por convertirse en una idea familiar y, en consecuencia, aceptada por la masa, sobre todo si esa idea conecta con nuestras emociones: miedo, orgullo, esperanza, odio…
De ese modo, la repetición constante y por todos los medios posibles de una idea simple y emotiva, provoca un contagio masivo y va siendo aceptada por la mayoría de la gente. Este es el principio básico, pero no es todo el proceso.
Este mensaje simple debe plantearse como una realidad que divide a “buenos” de “malos”, de modo tal que quede claro que quienes repiten el mensaje son considerados “buenos ciudadanos”, mientras que aquellos que lo cuestionan son calificados de “traidores”, “desinformados”, o “confundidos”.
Así, desde el inicio de la Revolución, fuimos adoctrinados a base de consignas emocionales simples y repetitivas. Todo lo malo ha sido siempre causa del Imperialismo norteamericano, ese Imperialismo que quiere destruirnos, aniquilarnos, aplastar nuestra soberanía y nuestra identidad. Pero a pesar de todo, el Imperialismo nunca ha logrado someternos ni lo logrará jamás porque somos un pueblo de resistencia y victoria, un pueblo donde “no se rinde nadie”, a pesar de los disidentes, que son invariablemente “agentes del enemigo”.
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